Transcripcion del testimonio de Bill Weise:
Es un honor dirigirme a ustedes y es una tremenda bendición para nosotros. Estamos en el negocio de bienes raíces. No hacemos esto para vivir. No hacemos esto por dinero. Sólo sabemos que Dios nos dijo que vayamos y le digamos al mundo acerca de Su amor por los hombres y acerca del lugar que Dios no quiere que Su creación vaya. Por eso es que estamos aquí.
Primero, debo mencionar varias cosas; preguntas que podrían estar en sus mentes. La primera pregunta la haría yo mismo, si fuera el oyente. Preguntaría, ¿cómo sabes que no fue un sueño malo lo que tuviste o una pesadilla? Quiero establecer par de puntos. Primeramente, yo salí de mi cuerpo. Cuando regresé, vi mi cuerpo tirado en el piso, y por lo tanto estoy seguro que fue una experiencia fuera del cuerpo. Algunos Cristianos han dicho, “oh, ningún Cristiano puede salir fuera de su cuerpo.”
Pero eso no es verdad, en 2da de Corintios 12:2, cuando Pablo fue llevado al tercer cielo, él dijo, “Si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé.” Por lo tanto, si él no lo sabía, significa que es posible. También él dijo en el verso 1 que fue una visión, así que creo que esto puede clasificarse como una visión.
En Job 7:14 dice: “me asustas con sueños, y me aterras con visiones.” Y eso fue definitivamente lo que el Señor hizo, me aterrorizó con una visión. Cuando regresé de esta visión, me tomó un año calmarme y volver a ser una persona normal. Yo estaba tan agitado y traumatizado de ese temor, que mi punto de vista de como testificar y apreciar aquello de lo que Dios nos libró, cambió totalmente.
Le he pedido a mi esposa que comparta con ustedes, el momento en que ella me encontró en la sala de nuestro hogar, porque yo no recuerdo esa parte.
Y quiero que ella se lo diga en pocas palabras.
¡Gracias querido! Eran las 3:23 de la mañana cuando desperté. Recuerdo esto porque miré nuestro reloj digital y noté que Bill no estaba a mi lado. Escuché gritos que venían de nuestra sala y avancé hacia allá. Al llegar encontré a mi esposo de un estado que no lo había visto antes. Cualquiera que conozca a Bill sabe que él, por naturaleza, es muy conservador, un hombre muy calmado y profesional. El no es el tipo de persona que grita o se emociona por cualquier cosa, a menos que Dios lo toque, (ríe) claro está.
Pero el asunto es que lo vi allí traumatizado, literalmente traumatizado; sosteniendo su cabeza entre las manos, gritando y llorando, desplomado en el piso de nuestra sala, y yo no sabía qué hacer. Pensé que estaba teniendo un ataque cardiaco. Así que comencé a orar, y él me gritó diciendo: “Ora que el Señor me quite esto de mi mente. El Señor me llevó al infierno y siento que mi cuerpo está muriendo. No lo puedo soportar.”
Así que comencé a orar por él, no sé, quizá por diez o veinte minutos, y él comenzó a calmarse; pero él estaba literalmente en un estado traumatizado, como uno que viene de Vietnam y luego tiene pesadillas recurrentes, o uno que revive un terrible accidente. No era alguien que simplemente despertaba de un mal sueño. Y yo necesitaba testificar esto.
Soy bendecido de tener una gran mujer. Estoy muy agradecido a Dios por ella. Hemos estado casados por cuatro años, nos hemos conocido por seis y han sido los mejores seis años de mi vida.
Lo primero que quise saber, después de haber tenido esta experiencia, fue si habría alguien en la Biblia que hubiera tenido una experiencia en el infierno. Así que comencé a investigar. Encontré y escuché a Chuck Missler. Él es un maestro de la Biblia que enseña a través de la nación, un erudito, y él dice que Jonás experimentó el infierno. En Jonás 2:2 dice: “desde el seno del Seol clamé.” Y en Jonás 2:6 dice: “la tierra echó sus cerrojos sobre mí para siempre; mas tú sacaste mi vida de la sepultura” Así que al menos hay alguien en la Biblia que experimentó el infierno: Jonás.
Quería saber esto porque fui enseñado en mis primeros días de convertido en la Capilla del Calvario, que toda experiencia espiritual que tengamos debe estar ya registrada en la Palabra de Dios. Así que entendía que si lo que había experimentado era real, estaría en la Palabra.
Por eso comencé a investigar y encontré alrededor de cuatrocientas escrituras que describen lo que vi, oí y sentí.
Todo lo que tiene que ver con el infierno, ya está en la Biblia, por eso lo que les digo, ya está en la Palabra, y luego haré referencia a algunas de estas escrituras.
Supe también de alrededor de 14 personas que experimentaron alguna porción del infierno. La mayoría de estas experiencias fueron de personas que estuvieron cerca de la muerte, hospitalizadas, a punto de morir, y que pudieron regresar.
Vayamos rápido al asunto. Mi esposa y yo fuimos al culto de oración del domingo en la noche, al cual siempre asistimos con nuestros pastores, y luego regresamos a casa como cualquier otra noche normal y nos acostamos. A eso de las tres de la madrugada, fui tomado. No supe como llegué allí hasta que regresé, y el Señor me explicó. Pero me encontré tirado en la celda de una prisión, como cualquier celda que usted se pueda imaginar, con paredes de piedra, barrotes en la puerta, pero yo no sabía en donde estaba. Yo sólo sabía que se sentía extremadamente caliente. Estaba tan caliente que no podía creer que estuviera vivo en esa celda. Pensé que debía haberme desintegrado con ese calor tan intenso, pero seguía vivo.
Hubo luz en aquel cuarto por un breve instante y creo que la presencia del Señor estaba allí para que yo pudiera ver aquel escenario. Pero luego todo volvió a oscurecer.
En Isaías 24:22 dice: “Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados.” Proverbios 7:27 dice: “Camino al Seol es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte.” Cámara significa cuarto interior, así que parte del infierno tiene celdas de prisión en cámaras, hornos de fuego y grandes áreas de fuego. Y yo estaba en una celda de prisión en ese momento.
No sabía lo que eran estas criaturas, pero eran enormes, de 12 o 13 pies de alto. De forma extraña, una de las personas que da su testimonio, vio el mismo demonio que yo vi. Si ven el testimonio de Kenneth Heagan, verán una buena descripción de este demonio que aparece en su video, donde un muchacho está siendo arrastrado por las barras del infierno.
Todos los demonios eran escamosos. Uno de ellos tenía escamas por todo su cuerpo y mandíbulas gigantes que sobresalían con unos enormes dientes y ojos hundidos. Era realmente enorme. El otro era horrible y tenía unas aletas bien afiladas por todo su cuerpo. Tenía unos brazos largos, fuera de proporción, al igual que sus pies, y todo en él era deforme, torcido y fuera de simetría. No había simetría. Un brazo largo, un hombro… era una criatura horrenda, muy horrenda.
Ellos maldecían a Dios todo el tiempo.
Yo me preguntaba, “¿Por qué estas criaturas maldicen a Dios? ¿Por qué odian tanto a Dios?”
Entonces ellas volvieron su atención hacia mí. Yo sentí que me tenían el mismo odio que le tenían a Dios. Y pensé, “¿Por qué me odian? Yo no les he hecho nada.” Pero ellos me odiaban con un odio que yo nunca había percibido en la tierra. Mucho más allá de toda habilidad que el hombre tenga para odiar. Ellos definitivamente me odiaban. Y supe que habían sido asignados para torturarme.
Hay algunas cosas que voy a decir, que no sé cómo las supe. Es como si en el infierno tus sentidos estuvieran más agudizados. Estás más consciente de lo que estás en tu cuerpo físico aquí. Yo estaba más consciente de las distancias, del tiempo y de muchas otras cosas. Una de las cosas que sabía era que ellos fueron asignados para torturarme para siempre en ese lugar. Me di cuenta que estaba acostado en el piso de la celda y que no tenía absolutamente ninguna fuerza en mi cuerpo.
Y yo me preguntaba, ¿Por qué no puedo moverme? ¿Qué me está pasando?
Yo estaba consciente de que a mi esposa y a mí nos gusta ejercitarnos, lo sabía, pero no tenía fuerzas, estaba indefenso allí tirado. Entonces uno de los demonios me agarró, me levantó y me tiró contra la pared, como quien coge un vaso y lo tira contra la pared; así de liviano era yo, o así de fuerte era él. Cada hueso de mi cuerpo se rompió, los sentí romperse. Sentí dolor, y allí, tirado en el piso comencé a clamar por misericordia, Pero estas criaturas no tenían ninguna misericordia, absolutamente ninguna. Uno me levantó, y el otro con sus aletas afiladas rasgaba mi carne en hilachas y la arrancaba de mí, sin ningún cuidado por este cuerpo que Dios formó tan maravillosamente.
Era un odio tan intenso contra mí y yo me preguntaba por qué estaba vivo, por qué estaba pasándome esto. No podía entender por qué no estaba muerto. La carne colgaba de mi cuerpo en hilachas, pero no había agua ni sangre, sólo carne colgando, porque la vida está en la sangre y no hay vida en el infierno. Tampoco hay agua en el infierno.
En Isaías 14:9-10 dice: “El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte... Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros…?” El Salmo 88:4 dice: “Soy contado entre los que descienden al sepulcro; soy como hombre sin fuerza.” Nosotros sabemos que el diablo tiene fuerza, porque la Biblia registra que había un endemoniado corriendo por los sepulcros y no lo podían amarrar con cadenas porque las rompía en pedazos. El era sólo un hombre con fuerza demoníaca.
También entendí que ellos tienen mil veces la fuerza del hombre. Y yo, si hubiera tenido mi fuerza natural, no hubiera podido contra ellos. Yo estaba a su merced y ellos no tenían ninguna misericordia. El olor de estos demonios y el olor en el infierno era tan atroz, que no puedo describirlo, pero lo intentaré. Es como el olor de la carne quemándose, a sulfato, así era el olor de los demonios. Era como una alcantarilla abierta, como carne podrida o huevos podridos y leche dañada, y todo lo que usted se pueda imaginar, sólo que mil veces peor. Era tan tóxico, que te mataría si tú estuvieras en este cuerpo; morirías. Yo me preguntaba ‘Por qué permanezco vivo con este olor?’ Era tan horrendo, pero no puedes morir. Tienes que soportarlo.
Ellos maldecían a Dios con profanidades. Esto se menciona en Ezequiel 22:26: “he sido profanado en medio de ellos.” La palabra profanar significa ‘degradar con un lenguaje vulgar y blasfemo.’ Las torturas que ellos me hacían están mencionadas en Deuteronomio 32:22-24, donde dice “Porque fuego se ha encendido en mi ira y arderá hasta las profundidades del Seol… Consumidos serán de hambre, y devorados de fiebre ardiente y de peste amarga; dientes de fieras enviaré también sobre ellos, con veneno de serpientes de la tierra.” 2da de Samuel 22:6 dice: “las ligaduras del Seol me rodearán;” y en Miqueas 3:2 hay una escritura interesante que dice que los Filisteos, quienes odiaban a los Israelitas, amaban el mal y odiaban el bien, les arrancaban la piel y la carne de los huesos. Eso fue lo que les hicieron a los Judíos; eso fue lo que ellos hicieron en lo natural, pero ¿de dónde sacaron esa idea? La sacaron del infierno. Porque eso es lo que los demonios hacen.
Y en cuanto a la misericordia, sólo hay misericordia en el cielo, porque la misericordia viene de Dios. El diablo no conoce la misericordia. El está totalmente en contra de ella. Dice el Salmo 36:5 “Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia.” Definitivamente no está en el infierno. Y el Salmo 74:20 dice: “Porque los lugares tenebrosos de la tierra están llenos de habitaciones de violencia.” Es un lugar cruel, miserable y horrible que tienes que soportar.
Otro punto importante es que Dios hizo a la humanidad la más alta forma de Su creación y estos demonios son la forma más baja. Como humanos nosotros trabajamos duro para salir adelante en la vida, nos superamos y estudiamos. Y en el infierno tu vida está regida por los demonios. Estas criaturas tienen un consciente intelectual de cero. Son absolutamente ignorantes. Lo único que saben es odiar a Dios y a ti, y torturarte. Eso es todo lo que ellos saben hacer. Ellos controlan tu vida y no puedes hacer nada para evitarlo. Hay escrituras que hablan acerca de eso. La humillación que tú tienes que soportar, de saber que esa cosa va a controlar tu vida y no la puedes detener.
En Habacuc 2:5 dice: “ensanchó como el Seol su alma, y es como la muerte, que no se saciará…” En Isaías 57:9 dice, “te abatiste hasta la profundidad del Seol.” Y En Ezequiel 32:24 dice, “Allí Elam, y toda su multitud por los alrededores de su sepulcro; todos ellos cayeron muertos a espada, los cuales descendieron incircuncisos a lo más profundo de la tierra, porque sembraron su terror en la tierra de los vivientes, mas llevaron su confusión con los que descienden al sepulcro.” Era una cosa horrible, tener que ser manipulado por esas criaturas, que no tienen ninguna misericordia de ti.
Yo estaba tirado en la celda y se puso oscuro, muy oscuro. Quiero decir: tinieblas cual nunca antes yo había sentido, y yo he estado en cuevas, en profundas minas de hierro en Arizona, y esas eran tinieblas que usted no puede imaginarse. De alguna manera, logré arrastrarme fuera de la celda, aparentemente ellos me dejaron hacerlo, y yo sabía donde quedaba la puerta. Así que me arrastré hacia ella y cuando sentí que había salido fuera de la celda, miré en una dirección, y todo era oscuridad. Todo lo que se escuchaba eran gritos. Billones de personas gritando en este lugar. Yo supe que eran billones; era un ruido muy fuerte. Si alguna vez has escuchado a alguien gritar, es algo molestoso, no? Pues cuando escuchas billones de personas gritando, puedes imaginar como esto afecta tu mente; no puedes soportarlo, deseas taparte los oídos pero es tan penetrante que no puedes evitar escucharlos. Y el miedo que te sobrecoge es increíble, porque está dominado por el miedo, pues no hay presencia de Dios en ese lugar. De modo que tienes que soportar el miedo, el tormento y la total oscuridad donde no puedes ver nada, ni siquiera puedes saber lo que viene en contra de ti, y la Escritura habla acerca de esas tinieblas en el Salmo 88:6 donde habla de: “tinieblas en lugares profundos.”
En Apocalipsis 16:10 también habla de estas tinieblas. Y En Judas verso 13 dice “para las cuales está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas.” Hay una oscuridad que se puede sentir. En Exodo 10:21 dice, “para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe.” Tú puedes sentir las tinieblas. Y el temor, debo decirte, era tan poderoso que te atrapaba. Es como, ¿alguna vez has visto una película de terror donde se te paran los pelos hasta el cuello? ¡Ese segundo! Si puedes tomarlo y multiplicarlo por mil y sostenerlo ahí, así es como estás todo el tiempo, y yo conozco algo sobre el miedo.
Hubo un tiempo en mi juventud cuando solía deslizarme en el acuaplano o tabla de surfing; todavía lo hago de vez en cuando, pero cuando era un jovencito, estábamos en Cocoa Beach, Florida deslizándonos en el acuaplano, cuando vimos un grupo de tiburones que venían hacia nosotros, y un tiburón tigre de unos 9 pies de largo se acercó y mordió mi tabla partiéndola por la mitad, me agarró por la pierna y me haló hacia abajo, así que mi pierna estaba en la boca de este tiburón gigantesco. Yo no era cristiano entonces, esto fue antes de que fuera salvo. Y de repente, me soltó. Yo sé que Dios permitió que el tiburón abriera la boca. Pero por esos breves momentos, el miedo que te sobreviene es absolutamente aplastante.
Si tú has visto la vieja película “Tiburón,” nada se compara con lo que le sucede a uno en ese momento. El miedo era aterrador, y al muchacho que estaba a unos pies de mí, el tiburón le arrancó la pierna de un solo golpe y lo arrastró por la playa. Había sangre por todos lados, gritos, y a él le faltaba una pierna. Por tanto, yo entiendo lo que es el miedo, pero ese miedo no se compara en nada, absolutamente nada, con el miedo que sentí en el infierno. No existe comparación. Y yo pensaba que ese era uno de los peores miedos que pudiéramos experimentar en la tierra, y esas son algunas de las cosas que tú tienes que soportar en el infierno.
En Isaías 24:17-18 dice: “Terror, foso y red sobre ti, oh morador de la tierra… voz del terror.”
Aún en las prisiones de la tierra los presos gritan; ¿cuánto más en el infierno? En Job 18:14 habla acerca de la suerte de los malos diciendo, “al rey de los espantos será conducido.” El diablo es, definitivamente, el rey de los terroristas.
Ahora yo estaba fuera de la celda y miré en una dirección y otra, y pude ver unas llamas de fuego. Yo estaba como a diez millas de ellas. Supe que eran 10 millas, y este hoyo de fuego medía como 3 millas de ancho. Las llamas aclararon el horizonte lo suficiente para ver el panorama del infierno. Las tinieblas eran tan densas que devoraban cualquier luz, pero había suficiente luz para ver un poco del horizonte.
Todo era color marrón; desolado. Quiero decir, ni una hoja verde. Nada de vida de ninguna especie. Sólo piedras, suciedad y un firmamento oscuro. Había una niebla tóxica en el ambiente. Las llamas subían muy altas, y me permitieron ver el lugar. Hay una escritura en Deuteronomio 29:23 que dice, “Azufre y sal, abrazada toda su tierra; no será sembrada, ni producirá, ni crecerá en ella hierba alguna…” No hay vida de ningún tipo en el infierno. Es tan extraño estar en un mundo donde no hay vida como la disfrutamos aquí. Los árboles y el aire fresco y todo lo demás. Nada de eso. Todo allí es absoluta mortandad. Y cuando hablo del calor, este era tan intenso, que no se puede describir. Dice en Deuteronomio 32:22, “Porque fuego se ha encendido en mi ira, y arderá hasta las profundidades del Seol…” En Judas verso 7 dice, “sufriendo el castigo del fuego eterno”, y el Salmo 11:6 habla de “fuego, azufre y viento abrasador.”
Eso es lo que está pasando en el infierno. Es tan caliente. Todas estas cosas deberían matarte, pero no mueres, sino que tienes que continuar soportando todas esas cosas. Yo quería paz mental para alejarme de esos gritos y salir de allí; como cuando tú quieres regresar a casa luego de un día ruidoso y difícil. Pero allí tienes que soportar todos esos gritos y tormentos. Y nunca jamás puedes librarte de ellos. Nunca. En Isaías 57:21 dice “no hay paz para los impíos, dice el Señor.”
También estás desnudo en el infierno. Esta es otra de las cosas que tienes que soportar; algo vergonzoso. Y hay una escritura que habla de la vergüenza y se encuentra en Job 26:6 y dice, “El Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura.” Eso significa que Dios puede ver dentro del infierno. Así que es observable para Él. Pero también estás desnudo en el infierno.
No hay agua en el infierno. No hay humedad en el aire. Es totalmente seco. Te sientes desesperado por una gota de agua; tan sólo una.
Como dicen las Escrituras en Lucas 16:23-24, “Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.”
Quisiera mencionar algunos puntos de esta escritura. Él sólo quería mojar la punta de su dedo en agua; solo una gota hubiera sido preciosa. Una gota; pero ni siquiera tienes eso. Es difícil imaginar cuán seca tu boca está. Si puedes imaginarte corriendo en un maratón a través de valle de la muerte con algodón en tu boca y permanecer así por siempre. Seco; absolutamente desesperado por una gota de agua… Otra cosa que me fue revelada en las Escrituras es que, sabemos que había un abismo entre ellos, en el infierno, entre el paraíso y el hades. Y el hombre rico vio a Abraham a una gran distancia. En lo natural, ¿cómo podía él reconocer a Lázaro y a Abraham? Primeramente, él nunca conoció a Abraham, y segundo, para ver a alguien a esa distancia, no sabrías distinguir quienes son. Pero, como había mencionado antes, en el infierno tú conoces la distancia y lo profundo de las cosas.
Uno de los demonios me agarró, me arrastró de regreso a la celda y comenzó a atormentarme otra vez. Realmente odio hablar sobre esto, porque no deseo recordar el tormento. Pero ellos comenzaron a apretar mi cráneo y un demonio me agarró y trató de aplastar mi cabeza. Yo gritaba y rogaba por misericordia; pero no había misericordia.
Para entonces, uno de ellos agarró mi brazo y el otro mi pierna. Estaban a punto de arrancar mis piernas y brazos. Entonces pensé, “no puedo soportar esto, no puedo soportar esto,” y de repente algo me agarró y me empujó fuera de esta celda. Yo sé que fue el Señor, pero entonces no lo sabía. Yo estaba allí como un inconverso. Así que no sabía estas cosas. Yo fui allí como si nunca hubiera aceptado al Señor. Luego fui puesto cerca del fuego que había visto. Estaba parado a la orilla del hoyo, y debajo de la caverna. Era como una cueva gigante, como un túnel hacia arriba. Y junto al fuego podía ver a través de las llamas lo suficiente para ver los cuerpos, personas en el fuego, gritando, gritando por misericordia, quemándose en este lugar, y yo sabía que no quería estar allí. El dolor que había soportado era más que suficiente. Pero el calor y las llamas eran peor. Y estas personas estaban implorando salir de allí. Había una enorme criatura vigilando al borde del hoyo. Las personas se trepaban tratando de salirse, pero eran empujadas de nuevo al fuego. A ninguno se le permitía salir.
Y yo pensé, “oh, este lugar es tan horrible y espantoso.” Todas estas cosas sucedían a la misma vez. Tienes sed, hambre, estás exhausto y tampoco puedes dormir en el infierno. Necesitas dormir, tal como lo necesitamos ahora; nuestro cuerpo necesita reposar.
En Apocalipsis 14:11 dice: “Y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche…,” no puedes dormir. ¿Puedes imaginarte como será eso?
Y en Zacarías 9:11 dice: “…yo he sacado tus presos de la cisterna en que no hay agua.” No hay absolutamente ninguna agua en el infierno. Yo sabía que la ubicación del infierno era en el centro de la tierra. Allí es donde está. En el centro de la tierra. Yo sabía que estaba a 3,700 millas de profundidad en la tierra. El diámetro de la tierra es de 8,000 millas y la mitad de eso serían 4,000 millas. Yo estaba a 3,700 millas de profundidad.
En Efesios 4:9 habla de que Jesús descendió a las partes más bajas de la tierra.
En Números 16:32-33 dice, “Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra…” Allí es donde está el infierno ahora mismo.
Más tarde la muerte y el Hades serán lanzados al lago de fuego. Esto será después del juicio, pero ahora mismo el infierno está en la tierra. Yo estaba en la orilla de este hoyo de fuego, y vi todos estos demonios alineados a lo largo de los pasillos, de todo tamaño y forma; cada clase de horribles y deformes criaturas que usted pueda imaginar. Todas estas criaturas estaban torcidas y deformes. Enormes, pequeños, habían gigantes, arañas enormes, ratas, serpientes y gusanos; y la Biblia habla acerca de los gusanos en Isaías 14:11.
Allí hay toda clase de criaturas abominables. Por todos lados. Y parecían estar encadenadas a las paredes. Me pregunté por qué estas cosas estaban encadenadas a las paredes. No lo comprendía. Hay una escritura que se encuentra en Judas verso 6, que dice: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día.” Así que quizá fue eso lo que vi. No sé pero eso fue lo que pareció ser. Yo me alegré porque no quería que ellos me alcanzaran. Todos ellos me odiaban con pasión. Otra cosa que yo no podía entender era que ellos no eran simples criaturas. Sentían odio hacia la humanidad. Por tanto me alegré de que estuvieran encadenados a la pared.
Comencé a ascender de esta caverna, este túnel, y dejar las llamas, así que se hizo más oscuro pero podía ver todos los demonios a lo largo de las paredes; ellos tenían un poder asombroso. Yo me pregunté quién podría pelear contra estas criaturas. Nadie puede pelear contra ellos.
Pero ese terror era tan aplastante que ni siquiera podía soportar tolerar el miedo. Pero lo peor de todo en el infierno, peor que los tormentos y demás, era que yo entendía, que la vida seguía su curso aquí en la tierra, y que las personas aquí –la mayoría de ellos- no tenían idea de que ese mundo existe aquí abajo. Ellos ni siquiera saben que hay un mundo real aquí abajo y que hay billones de personas sufriendo e implorando por una oportunidad para salir de allí, pero ellos nunca tienen oportunidad de salir. Ellos están molestos con ellos mismos por no haber tomado la oportunidad de recibir a Jesús. Están atascados allí para siempre. Esto es lo peor del infierno, no hay absolutamente ninguna esperanza de salir alguna vez. Yo entendía eso. Yo podía entender y comprender lo que es la eternidad. Nosotros aquí no podemos comprenderlo a cabalidad. Pero yo lo entendía, y sabía que estaría allí para siempre y siempre y siempre y que no tenía esperanza de salir.
Yo pensaba en mi esposa, que nunca podría regresar a donde ella. Yo siempre le decía que si alguna vez nos separábamos por un terremoto o alguna catástrofe, yo la encontraría a ella. Y yo no podía llegar a donde ella estaba; nunca la volvería a ver, y ella no tendría idea de donde estaba yo, nunca más podría volver a hablar con ella. Ese pensamiento me molestaba terriblemente. No había esperanza en este lugar, nunca sales de allí, ¿entiendes? Nunca puedes salir de allí, ¡jamás!!
¿Sabes? Aquí en la tierra siempre hay esperanza. Aún las personas en los campos de concentración tenían una esperanza de salir o de al menos morir para escapar sus circunstancias. Pero en la tierra nunca hemos experimentado una situación totalmente ausente de esperanza.
En Isaías 38:18 dice: “Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad.” No hay esperanza, y la verdad es Jesús. Él es la verdad.
Para entonces, iba subiendo por el túnel, aterrorizado y totalmente perdido, con miedo a estos demonios, cuando de repente, Jesús apareció. ¡Alabado sea el Señor! ¡Jesús apareció! Una luz brillante alumbró todo el lugar, yo sólo veía su silueta, una silueta de hombre, pero no podía ver Su rostro porque era muy brillante, y yo caí de rodillas y me derrumbé; no podía hacer nada, sino adorarlo… adorarlo…
Estaba tan agradecido… Sólo un segundo atrás estaba perdido para siempre, y ahora de repente, estaba fuera de aquél lugar, porque ya yo conocía a Jesús. Aquellas personas no pueden salir porque no eran salvas. Yo sabía y entendía que no había salida de aquel lugar. Sólo por medio de Jesús puedes evitar ir a ese lugar; Él es el único camino.
En Apocalipsis 1:16 y 17 dice que cuando Juan fue al cielo, él vio a Jesús y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza, y cuando lo vio cayó como muerto a sus pies.
Ahora tú piensas que le harás millones de preguntas, pero cuando estás frente a Él… lo único que puedes hacer es adorar Su santo nombre y darle gracias por haberte salvado. Cuando recobré mi compostura lo suficiente como para formular un pensamiento, le dije al Señor (no creo que verbalicé la pregunta, simplemente lo pensé y el Señor me contestó):
“¿Por qué me enviaste a este lugar?”
Y Él me dijo, “Porque la gente no creen que este lugar existe, aún algunos de mis hijos no creen que este lugar es real.”
Yo estaba asombrado por sus palabras. Pensaba que todo Cristiano creía en el infierno. Pero no todos creen en un infierno literal.
Entonces le dije: “Señor, ¿por qué me escogiste a mí?”
Pero Él no me respondió a esta pregunta. No tengo idea de por qué Él me escogió a mí para ir allí. Yo soy la persona menos indicada para ir a ese lugar. Mi esposa y yo detestamos las películas maléficas, odiamos todo lo malo, no me gusta el verano, mucho menos el calor. Ese lugar es mugriento, no hay orden, existe caos total, desorden y repugnancia; y a mí me gustan todas las cosas ordenadas, la excelencia, y no sé por qué, pero Él no me contestó esa pregunta.
Él me dijo, “Ve y diles que yo odio este lugar, que no es mi deseo que uno de mi creación vaya a este lugar, ninguno. No hice esto para el hombre. Esto fue hecho para el diablo y sus ángeles. Tienes que ir y decirles. Te he dado boca para hablar; tú ve y diles.”
Y yo pensé para mis adentros, “Pero Señor, ellos no me van a creer; ellos van a pensar que estoy loco o que tuve un sueño malo.”
¿No pensarían ustedes eso?
Entonces el Señor me respondió y me dijo, “No es responsabilidad tuya convencerlos, sino del Espíritu Santo. Tú ve y diles.”
Para mis adentros, dije: “Sí, Señor, absolutamente; tengo que ir y decirles.”
Tú podrás preocuparte y temer lo que los hombres van a pensar de ti; pero tú sólo tienes que ir y hacerlo, y dejar a Dios el resto. ¿Amén?
Y le dije, “Señor, ¿por qué esas criaturas me odian tanto?”
Y Él me dijo, “Porque tú estás hecho a mi imagen, y ellos me odian a mí.” ¿Sabes? El diablo no puede hacer nada contra Dios, él no puede herir a Dios como tal. Pero él puede dañar a Su creación. Y es por eso que el diablo odia la humanidad, los engaña, los lleva al infierno, les inflige enfermedades, todo lo que pueda hacer para dañar la creación de Dios.
Dios fluía en mis pensamientos. Yo estaba inundado de pensamientos. Él me permitió tocar un pedazo de Su corazón y sentir cuánto Él ama a la humanidad. ¡Fue increíble! Yo no podía sobrellevarlo. Era tan absoluto, el amor que Él tiene por la humanidad, que tú no puedes soportarlo en tu cuerpo. Nosotros amamos a nuestras esposas, nuestros hijos. ¿Los amas mucho, verdad? Pues ese amor no puede compararse con el amor que Dios tiene para nosotros.
Su amor es infinitamente mayor que nuestro amor, y nuestra habilidad para amar. Es como dice en Efesios 3:19, Su amor excede todo conocimiento, va más allá, no puedes asimilarlo. No podía creer cuánto Él ama a la humanidad, Él moriría por que tan solo una persona no vaya a este lugar. Y a Él le ha dolido sobremanera, ver a uno de Su creación ir a este lugar.
Al Señor le duele, Él llora al ver que una persona vaya allí. Él me permitió tocar un pedazo de Su corazón, y pude sentir tanta tristeza de que Su creación vaya allí…
Yo pensé, “tengo que ir y testificar, hasta mi último suspiro, para decirle al mundo acerca de Jesús, cuán bueno es Él. ¡Nosotros tenemos las buenas nuevas del evangelio, y el mundo no las conoce! Ellos tienen que saber. Tenemos que compartir el conocimiento, las personas no tienen conocimiento en esta área. Dios quiere que compartamos con ellos cuán bueno Él es y cuánto Él odia este lugar.
Él también me dijo, “Diles que vengo muy, muy pronto.”
Y otra vez me repitió: “Diles que vengo muy, muy pronto.”
Ahora yo pienso, por qué no le pregunté, “¿Qué quieres decir, Señor, cuán pronto…? Así pensamos nosotros, ¿no? ¿Cuán pronto? Pero no le pregunté. Cuando estás ahí tú no piensas en hacer preguntas, sólo deseas adorarlo. No puedes creer la paz de Dios que viene sobre ti al estar cerca de Él --es inexplicable.
Yo, como todos ustedes, he estado en servicios ungidos. Pero no hay comparación al amor y la paz de Dios que sientes al estar cerca de Él. Entonces miré y vi aquellos demonios en la pared que primero se veían feroces, ¡ahora parecían hormigas! Eran enormes, pero en comparación con el poder de Dios, todo el poder creador de Dios, parecían como hormigas en la pared. Estaba maravillado. Y pensé, “Oh, Señor, ¡son simples hormigas!”
Y Él me dijo, “Sólo tienes que atarlos y echarlos fuera en mi nombre.”
Y pensé, “¡Wow, qué gran poder el que Él le ha dado a la Iglesia!”
¿Sabes? La crueldad de esas cosas tan fieras no tenía comparación, no hay quien las venza sin Jesús. Pero con Jesús, ellas no son nada. Y yo sentí una valentía que se levantó en mí allí cuando vi esas criaturas. Era como decir, “¿Son ustedes las criaturas que me estaban torturando y querían despedazarme? ¡Vengan ahora!” Quizá ese pensamiento fugaz estuvo allí, ¿quién sabe? “¡Jesús, ve contra ellos!”
Subimos a la superficie de la tierra. Tuvimos que continuar subiendo porque todavía estábamos en el túnel. No podía verlo más pero estábamos como en un torbellino gigante. Y aparentemente, teníamos que continuar subiendo para poder salir. Cuando llegamos al final, miré hacia abajo a la tierra, y estábamos muy arriba. ¡Ver el globo terráqueo fue algo asombroso! Yo sé que Dios me permitió ver eso. Él pudo haber salido del túnel de cualquier manera que Él quisiera. Pero pienso que Él conocía que desde niño yo quería ver como la tierra se vería desde el espacio, colgando de la nada. Como dice la Biblia en Job 26:7, “Cuelga la tierra sobre nada.”
Yo miraba y pensaba, “¿Qué sostiene esto? ¿Qué hace su término tan perfecto?” ¡Dios está en total control! ¡El poder de Dios fluyó en mí porque Él es asombroso! ¡Él es Todopoderoso! Cada pequeña cosa está bajo Su control. Ni un solo cabello de nuestra cabeza cae sin que Él lo sepa. Ni un ave cae al suelo sin que Él lo conozca. Yo estaba deleitado con estos pensamientos, ¡Dios tiene tanto poder! Yo estaba sobrecogido por esto. Y hay una escritura en Isaías 40:22 que dice, “Él está sentado sobre el círculo de la tierra.” Y allí estaba el círculo de la tierra. Y aún me atreví a pensar, “Señor, si Cristóbal Colón hubiera leído las escrituras hubiera sabido que la tierra es redonda.” Ellos creían que la tierra era plana entonces.
Cuando bajamos, atravesamos la capa de calor que está alrededor de la tierra. Sabía que la habíamos atravesado.
Cuando vi mi cuerpo tirado en el piso quedé estupefacto. Ese no podía ser yo, ¡yo estoy aquí! ¡Este soy yo! Usted nunca se ha visto a sí mismo dos veces? Y ahí estaba yo tirado, pero ese no era yo realmente. Hay una escritura donde Pablo dice que nuestro cuerpo es sólo una morada. Eso me golpeó fuerte. Yo pensé, “Eso es sólo una morada. ¡Eso es nada! ¡Es temporal! ¡Este soy yo realmente! ¡De esto se trata la eternidad, no esta vida de la que tanto nos preocupamos!” También me golpeó el pensamiento de que nuestra vida es como neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece, como dice Santiago 4:14. ¡Cuán corta es esta vida! ¡Es muy corta! ¡Cien años, si es que los vivieras, no son nada! ¡Se van como la neblina!
Y pensé, “¡Tenemos que vivir para Dios! ¡Lo que hagamos aquí, ahora, contará para la eternidad! ¡Tenemos que ser testigos de Jesucristo, tenemos que ir y salvar a los perdidos!”
¿Sabes? Nosotros no debemos preocuparnos por cada pequeña cosa que nos hace sentir cansados y derribados. ¡Tenemos que salir y predicar el evangelio y las buenas nuevas de salvación! Porque esto va a terminar pronto.
Yo vi mi cuerpo tirado allí y pensé que era algo así como cuando tú te sales de tu carro y lo miras. Ese no eres tú; es el carro que te lleva de un lugar a otro. Así me pareció mi cuerpo. Y pensé, ¡Señor, no me dejes, no me dejes, quiero continuar contigo por un poco más de tiempo! Pero Él se fue y yo me acerqué a mi cuerpo, y algo me haló hacia mi cuerpo. Como si hubiera sido aspirado por la nariz o la boca.
Y en esos momentos, cuando Él se fue, fue cuando todo el temor, tortura y tormento regresaron a mi mente. Porque la Biblia dice que “el perfecto amor echa fuera el temor.” Así que yo estuve cerca del perfecto amor, y Él se había ido. Y de súbito todo el terror y horror del infierno entraron a mi mente, y no lo podía soportar. Estaba gritando en total agonía. Yo sabía que este cuerpo no es capaz de soportar esa clase de terror. No puedes resistir esa clase de presión. Tu cuerpo no es lo suficiente fuerte. Así que finalmente, pude comenzar a orar, y a sacar eso de mi mente. En lo natural, tendrías que ir a toda clase de consejería para salir de este trauma; pero Dios lo sacó, Él quitó el trauma instantáneamente. Él dejó la memoria, pero sacó el trauma y el terror de mí. ¡Yo estaba tan agradecido!
Después de esto sucedieron muchas cosas. Quisiera tener tiempo para ir sobre ellas. Pero Dios me confirmó lo que había sucedido.
martes, 3 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)